¡AY, DESTINO!

¡AY, DESTINO! 

¡Ay, cómo es el destino!
¡Qué no encuentro el amor...! 
¡Qué no hallo quién pueda discernir como yo...!
Y es que en mi colectivo, prima estar cuerdo y sin lamentación...
Por ello, es complicado establecer una buena y amorosa relación.
Y no me niego ni lo doy por lejano,
pero sé que es difícil vivir un romance de por vida, si no está atada a la realidad esa compañera que sea mi amiga, leal aliada y amante de los días que juntos habremos de disfrutar.
¡Ay, de mi vida! Que la locura que ya no me delimita la alegría, es el obstáculo que enamore otra vida a mi poesía, acogiendo también mi maltrecha apariencia física. ¡Y es que no pido maravillas, solo una confidente y acompañante en la travesía! Para hacer del amor, esa coherente y sanadora medicina... Y sentirnos mejor, mucho más serenados que intentando no desfallecer delirando. Y así vivir ilusionados y no depender tanto del aplacamiento del turbador fármaco.
¡Ay si lo podré haber logrado!
“Destino, si me complaces con este designio, te escribo un poema que llene de sentido tu quehacer y camino...”.

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