EL EGO Y LAS CARICIAS


EL EGO Y LAS CARICIAS 

Era un hombre que siempre miraba por él mismo, no tenía familia, nunca había pensado en enamorarse, pues solo vivía para él y para el trabajo y para enriquecerse y tener mucho más cada día. No tenía empatía, no sentía emoción, su sensibilidad estaba congelada y el frío anegaba cualquier voluntad y deseo de paz y amor para otros viajeros que caminaban en su ciudad.
Un día este hombre cayó enfermo y pasó una larga época entre dolor y padecimientos, que lo tuvieron postrado en una silla de ruedas. Como no tenía a nadie a su lado que lo hiciera con él, tuvo que pedir ayuda a la trabajadora social de su barrio, y está, le mandó a alguien que dedicaba su vida al voluntariado en pos de los demás, (de una forma altruista y desinteresada). Era una alma dedicada al desahogo de la pesadumbre de otras personas menos afortunadas. Esa persona lo acompañó en esa dura etapa. Lo sacó a pasear, le ayudó en las tareas de casa y junto a una enfermera que también venía cada día, fueron dándole los cuidados y el cariño que necesitaba en esa tremenda época que le tocó vivir en la vida.
Cuando ya estaba recuperado, cuando se marcharon de sus horas y de sus días aquellas dos personas, (esas que fueron un cambio en su manera de pensar); aquel hombre dejó los placenteros deseos llenos de vanidad y los egoístas suspiros que solamente le daban a él paz e interesada tranquilidad.
Y ese hombre empezó con gran empeño a dedicar algo de su tiempo a todos los otros, a esos que no tienen nada ni encuentran paz ni sosiego. Porque el ego de las gentes de este mundo ya no mira por nadie ni hay apenas caricias sin esperar que haya recompensa y riqueza de alguna retribuida manera, para subir a un pedestal y que les regalen adulación y agradecimiento en recompensas, benevolencia en materiales y vítores de elevación a los altares de la supremacía absoluta, para llenarse la egolatría sin recular en diferentes miras, cómo puede ser ondear en que se empodere y se alivie a alguien más...
Ese hombre comprendió que cuanto más das a los demás mejor te sientes y más liviana es tu vida y más feliz es tu caminar. Se dio también cuenta, de que ahora sí, su vida tenía sentido, que todo lo que había hecho hasta el momento había sido perder su tiempo solamente en él mismo, cuando lo mejor que se puede hacer en el camino, es ser caricias hacía los otros con lealtad y cariño. Pues al final es como si te acariciases a ti mismo, lo entregado regresa "recíproco", es una magia boomerang que regresa a su inicio, al amor de dónde partió ese designio. Lo que entregas te lo devuelve la vida, lo que das sin esperar te llega doblemente lleno de gran inmensidad de amor y sabiduría, y de una alegría que de verdad te llena el corazón de bondad y genialidad infinita.
Desde entonces ese hombre tiene un porqué… para levantarse cada día y no sentirse vacío. Ese cambio de sendero le hizo ser un alma que encontró la verdad más única que se puede hallar, esa que va más allá de cualquier fortuna. Porque simplemente fue afortunado abrazando al de al lado suyo, al que al fin y al cabo es realizado en el digno existir que es reflejo de su ser… y así lo que enfocas y trasladas a lo común de la vida te regresa cómo dulce y suave caricia. 
Es una verdad de no restar sino sumar y esas suma se multiplica por la eternidad, siendo luz estelar que emana del firmamento en plena conectividad magistral. 
Y la esencia del aroma más especial del alma goza en diversa comunidad, con el todo de la travesía del galáctico cosmos. 
La más lúcida y retribuida manera de vivir es tener amor, tener pasión por algo que de verdad te hace sentirte digno, por estar cambiando el mundo y entregando lo más importante, eso que a veces no vemos y ni siquiera asumimos por estar despistados y abismados en nosotros mismos. Porque ser algo para los otros, que al final es lo que retorna al ser como un gozo espléndido y glorioso, eso sí, eso es lo único que te hace aceptarte y ser y contribuir al cambio en la vida para otros seres, y así tus días son una digna melodía de bondad y verdadera fortuna, tesoro sin brillos, solamente brilla la caricia altruista y simplemente es una caricia en la más honda profundidad del amor de la calma, esa sabia y fluida, entrega de luz que va más allá de ti y de tu alrededor. Es eso, así es la más precisa grandeza del infinito camino. Solamente es sentir y acompañar, estar y entregar sin nada más de vuelta que un amor que sientes, solamente entregándote con alegría a los demás, así desde tu conforme plenitud de darte para apoyar y amar.

—Miguel Á.
POeT@ Intemporal ©.

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