MIEL ENGAÑOSA


MIEL ENGAÑOSA 

La humanidad es un gran panal, pero no es miel lo que da, sino, un intenso y peligroso veneno, ese que mata muy dolorosamente, muy decisivamente con su maldad.
Ojalá fuésemos abejas, nada sería cual es, una cruel civilización criminal. Llevamos aguijones, los que nos solemos hincar, sin ningún pudor ni apenas piedad.
Y frágilmente, aún vuelve a sentirse, 
algo ahogado en un delirio denso.
Pero no será de la misma forma, 
ahora voy de acuerdo con mi sombra,
y con la ensimismada humanidad, 
la que a ella misma siempre se deshonra... 
la que de humana..., ni por un acierto será....
Por lo cuál es tragedia y mezquindad,
que para sí misma usa, sin aprecio, 
y es celeridad en falsa cordura...
Enfría con tinieblas su futura
andadura, haciendo de la bondad,
una excusa, la hipócrita que abusa.
Tozuda raza que nunca se ayuda,
que sin sabiduría deambula.
Creciendo sobre muy duros cimientos, 
de densa y sibilina atroz tortura...
No mira su reciproco desprecio,
sed de pisarse y borrarse las huellas,
sin al unísono ser crecimiento,
ni con ellos, ni tampoco con ellas...
Sanas almas, sin amargar con egos 
de voluntarioso sometimiento; 
por el destacar sobre los demás, 
y uno sobre el otro ansiar dominar.
Es la torpeza de esta, la tan nuestra 
raza en mísero deshumanizar, 
la creyente ególatra humanidad, 
sed sin la calma de amada equidad, 
lo que nos haría ser admirados, 
por nuestra tan huidiza honestidad.
Y ser dignos, existir para aunar, 
no acotamiento en guetos arruinados,
matando en gran pobreza que llorar, 
a los del ansia por felicidad. 
Sin sumar amor, en la paz que amar, 
solo habrá codicia que acumular.
La humanidad, un enorme panal, 
pero no es dulce miel, no es lo que da, 
si no letal peligroso veneno, 
el que mata muy dolorosamente, 
con gran maldad muy decisivamente.
sin apenas a alguien apreciar...
¡Ojalá fuésemos dignas abejas!
Y no amargadas y arrastradas víboras;
serpientes con malas ideaciones.
Llevamos escondidos aguijones, 
que hemos de hincar sin apenas rubor, 
sin piedad, y menos algún pudor.
Muertes e irónicas lamentaciones;
suspirando banales impresiones.
Es morirse con un frío sudor,
con ardor de moral sin compasión.

Autor: Miguel Ángel Pérez Salcedo

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