Y EN MIS ANHELOS...

Y EN MIS ANHELOS... 

Me trajiste algo más... más perfume de primaveras. 

Fuiste algo más en mi vida. 

Recuerdo en aquel atardecer tu voluntad decidida y tu caricia tan verdadera. 

Yo estuve hasta que salió la luna acariciándote el cuerpo y sintiéndote muy dentro de mi alma eterna. 

Me dormí haciendo lo que más une a los espíritus, no hace falta concretar para decir que aún en el recuerdo noto como se espanta ese frío... 

Puedo sentirte siendo el florecer más intenso que jamás he sentido. 

Todavía hoy en día me sigue abordando tu amor en sueños, sueño que aún te estoy llamando, que aún nos unimos, todavía nos estamos hablando. 

Te llamo por tu nombre, te hablo de versos y de poemas intensos y sublimes en su expresión de ese ritmo infinito, eso que todavía tengo, eso que no he perdido; porque aunque sea en sueños, todavía nos sentimos... 

Yo sé que tú estás aunque a mi lado físicamente te has ido, pero tu alma sigue rozando mi felicidad con gran entusiasmo, y eso es vigor para continuar sin sentir incompleto mi camino. 

Sigues siendo calidez y cariño, porque tanto entregado aún lo siento, aún no se ha ido. 

Y hasta el día de mi marcha de este mundo deshilachado e indeciso, serán los sueños nuestro lugar, ese paraíso dónde solamente nuestro amor completará la lejanía y su vacío. 

No hay nada tan bonito, nada tan precioso cómo sentirte, cómo eso de saber que la fantasía continúa acariciándome, que es todavía mi verdad y la continuidad de todo mi sentido y sentir, saber que valió la pena, que vale un imperio tenerte en el recuerdo, sentirte, hablarte, y que aunque sea de esa forma todavía te tengo, todavía te puedo amar en mí, ese poderte amar y acariciar sin un fin que estalle en su final. 

Solo soy dicha por tener el placer y el amor de tu destino, sintiendo la verdadera sensación de en alguna forma amarte todavía, que no te has ido, estar unidos en ese tuyo y mío existir, en nuestra primavera de infinito romance renacido. Te amo y jamás mi leal deseo será vencido, pues nuestros senderos, son aun en la espera infinitos. 

Autor: Miguel Ángel Pérez Salcedo

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