Y AL MAR EMIGRAN LAS LÁGRIMAS


Y AL MAR EMIGRAN LAS LÁGRIMAS 

En la falda de la montaña he dejado mi corazón, 
para que al amanecer mañana lo despierte el sol con su calor. 
... Y es tanto el frío que hiela el alma, que me inundan lágrimas como océanos de dolor. 
... Y es que no se bebe la alegría tanto oleaje desquiciado por desamor. 

Me perdí en mil noches, noches oscuras en mi interior... No he podido regresar del todo, casi nunca me siento como antes del eclipse impetuoso de aquel sol. 

Solamente la estrella también llega a tener supernova, cuando su legado rompe el pacto con su transición, 
al igual que mi espíritu se renueva estallando, también de tanta incomprensión. 

Ya todos los pensamientos que me quedan cuerdos en el crepúsculo de una sensación, son hilos de una neblina que siempre tengo atenta por si acaso regresa aquella lamentación... 

No quiero que se ahoguen tus ojos en lágrimas salinas, las qué marineras por mar de la tristeza son, 
porque si he de bucear millones de metros, si he de bajar a la profundidad más absoluta del inmenso colapso de un amor, 
no dudaré ni dos ni tres segundos, 
aunque con ello me maté la falta de respiración.

Y es que una vida de lejanías de ese amor,
es un fuego hundido en el profundo sueño de un naufragio, ahogo inquieto y nunca despertado de aquella ilusión.

Autor: Miguel Ángel Pérez Salcedo
POeT@ Intemporal ©.

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