HABRÁ QUE IMAGINAR


HABRÁ QUE IMAGINAR

Siempre he tenido que refugiarme, que esconder mis temores, que aliviarme tejiendo versos dedicados a los amores. 

Siempre he conseguido liberar un poco el trasiego. 
No he entendido y cuando he podido retomar el camino, con más serenidad me he dado cuenta que todo tiene que fluir, que nada se ha de guardar... 
Porque cuanto más me verás ser libre, más ensoñada está el alma y más liberado el corazón, bombeado la alegría de su estado de amor y libertad. 

Nada he podido lograr sin una imaginación, sin una fantasía alada en vuelo de enamorarme y enamorar, de volver a sentirme un pájaro, comprobar lo suave volando y rozando con las alas el mar. 

¡Y sí! He podido sacarme de adentro las arenas tremendamente ardientes, las que con su polvo perturbador fueron mi árida temeridad. 
Las carencias fueron y aún son y quema algo la soledad. 

... Y no podía soplar, con el espíritu tanto interior inquieto, difuminado en un polvo qué encarece y descolorida era la verdad... 

Del verdadero suspiro y amor he traído desde tan antiguo, he hallado lirio y rosa de espinas y así labré desenlace de desafíos, ahí desde aroma y pinchar el físico, sacando de mi espíritu, saqué turba arenosa de rabioso desquicio, fue aire y al cielo apretó hallando su sitio... 

... Habrá de imaginar el hombre, que ya no vivirá más castigos. 
Tendré que ser como un poeta que solamente sabe escribir. 
Siendo lo vivo y vivido, habrá de tener la fuerza y la furia mi aura esbelta, como tempestad o un poema de gritos, al salvarse en lo alto de rozar con las estrellas tantos y bellos brillos... 

Para liberarme siempre de tanto inquilino pensar, el dañar sin sentido, será y es que no habrá otra cosa tan magnífica y liberadora como esa verdad, la que tanto me abre caminos, esa que me hace levitar sobre los mares, sumergirme en lo divino, ser imaginar, de que todo tiene un verdadero suspirar sortilegios de mágicos hechizos, los que me arrancan del interior todo oscuro pensamiento dañino. 

Las poesías me han abierto cauces por donde bajan los delirios como ríos, y desembocan en la marea que tiene ese océano tan inmenso e infinito. 
Esa inmensidad de saber que como un verso tan iluminado la luz de mi interior habrá de imaginarse, y para seguir el trasiego caminando y no ahogarme en ningún desquiciado desvarío, habré de ser imaginario de loco, de poeta y de plácido trinar de libre pajarillo, con alas de soltura con agitar el alcance de fantasiosos brillos.
¡Ay de tanto por imaginar! Ya sé que así estoy más vivo. 

Autor: Miguel Ángel Pérez Salcedo
POeT@ Intemporal ©.

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