¡VOLEMOS!


¡VOLEMOS! 

Tempestades interiores he sido, 
por lo que del exterior es sufrido. 
Nada más es que a veces el mirar por uno mismo, 
hace daño a otros que conviven en nuestro camino. 
Y convivimos con el dolor, con el grito que nos hace sentir que la soledad no, no se encuentra sin el verso infinito, 
porque infinito son los deseos y las esperanzas, 
porque todo ha tenido que ver con la verdad interior, 
esa que siempre nos alcanza. 
No está escrito, si tendrás la fuerza para lograr todas las hazañas, 
lo único que puede que esté trazado, 
es lo eterno y su palabra de sortilegio trazado, 
el abandonar el arraigo, la memoria 
y desmantelar la educación humana. 
Porque cuando uno trasciende todo eso que se nos enseñó y que el alma carga a sus espaldas, 
solamente queda el suspirar, el suspiro de qué es novedad sentir las verdades, 
y qué tan solo por amar se llega a la soledad de ser uno de verdad, 
es estar solo 
por no ser comprendido, 
ser espíritu solitario 
qué fue apartado 
por la normalidad y su sentido, 
tener que gritar cayendo al vacío 
y que nadie te pueda ayudar a retomar el vuelo, 
y a tu vida le da sentido abrir las alas y ser libre en lo sentido. 
Somos ondas transmitidas 
en un cosmos que nos hace crecer. 
Somos la simbiosis enriquecida 
por y la valentía de saber que haber nacido nada más que poder vencerse a uno mismo, 
es ser la lúcida verdad, si es ser interiormente el hallarse para poder acrecer el crecimiento, 
y los que tienen las alas emprendiendo el vuelo, a ellos unirlos sin tenerlos, pero es unir crecer con comunidad de sentimientos. 
Es así como una igualdad de Almas, deseos de estar viviendo, es para volar y superarse instalar caricia de que vueles sintiendo, 
es caricia suave y enternecedor espléndido cielo,
volando, ¡volemos! 
Te apoyo y al volar tú
yo también vuelo.

Autor: Miguel Ángel Pérez Salcedo
POeT@ Intemporal ©.

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