UNA CERTEZA DOLOROSA


UNA CERTEZA DOLOROSA 

Alguien me dijo una vez: «no se puede salvar a todo el mundo». Y me explico: cuando uno tiene una condición altruista de beneficios y apoyo a sus congéneres. Cuando uno tiene lástima poderosa y siente por el dolor ajeno la necesidad de llegar y desahogar en lo posible esa profunda inquietud de padecimiento. A veces uno se ve desbordado, porque no puede llegar y acariciar esos sentimientos, curar la herida y que deje de supurar. Porque hay seres que solamente viven sufriendo, aunque es porque solamente han conocido y conocen el ahogo interno. 
Hay personas en este mundo que caminan con el corazón ardiendo cada día, con el alma llena de pesadumbre que arrebata cualquier felicidad que pueda ser conseguida. 
A veces uno se queda ciego de mirar tanto la realidad. De ver que tantos están quemados. Además es literal. Porque el juego del desprecio, del odio, del ataque y de odiarnos a nosotros mismos, en nuestro interno yo, provocado la mayoría de veces por el aniquilamiento de los otros y el insulto a la emoción y la sensibilidad de nuestra virtud. Y no, no es que no haya emoción, es que solamente está soterrada y se la están comiendo los parásitos, esos que el mismo mundo ha introducido en ellos. ESTO no se puede salvar, es la peor enfermedad, estar ahogado en un llanto de lasciva propia oscuridad. 

Autor: Miguel Ángel Pérez Salcedo 
POeT@ Intemporal ©.

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