SIN VOSOTROS NO SOY


SIN VOSOTROS NO SOY

Personas pasarán… Miles, por tu vida. ¿Cuántas se quedarán al final del camino? Habrán muy pocas en tu realidad. Prácticamente lo compartido y real será con muy pocos espíritus. La mayoría de veces se acercarán, se nutrirán y cuando se den cuenta de que ya no pueden crecer como quieren se alejarán. 
A veces ayudar a crecer a los otros desgasta mucho. Porque está claro que el alzamiento del alma, la madurez del humano viene por todo lo sufrido y lo soportado. Desde ahí hacia adelante se empieza a tener una escaleta de valores que trascienden lo que la mayoría ponen por delante. 
El amor es un bien escaso. No hablo de decir, «yo quiero amar», quiero tener a alguien para compartir, quiero sentir felicidad, estar espléndido y lleno de atenciones, de conexión humana y de gratitud, o un nexo de admiración que haga que seamos simbiosis de alma. 
Lo que ocurre es que se está vendiendo, se nos está llenando la mente de que uno mismo, el amor propio, el quererse tiene que ir por delante de cualquier benevolencia hacia los demás u otros. Porque te dicen que si no te amas primero, jamás lo podrás exteriorizar y sentirlo de verdad en otro ser, en otra esencia que camina en este sendero. 
Pero es complicado encontrar, hallar esa empatía extrema, esa matriz para emanar amor cierto, pues sí, sí ensimismado en ti vas, ahí no verás lo realmente transformador para la humanidad. Donde se unen los reflejos y en una inmensa calma el amor se expande y todo lo llena… 
Suena un poco utópico, en la vida quizá no encuentres lo que buscas. Pero, que encontraras compañías para llevar mejor las angustias, lo harás, ¿pero cuántas compañías las harán suyas y trabajarán para contigo encontrar salidas? Pues eso… 
Pero en ocasiones solamente el simple hecho de entregarte y abrirte totalmente a los demás, ya está dejando en carne viva tu fragilidad, te estás abandonando a esa manera de hurgar en tu sentimiento, en tu capacidad mental, y ya no hay remedio. Porque estamos expuestos al pensamiento ajeno. Porque nos duele, atenta contra la emoción, no podemos mirar, ni sentir para otro lado. Estamos en una comunidad de reflejos entrelazados, y desde ahí y por ese camino tenemos que sentir la inclemencia del castigo, de la bondad, del aprecio, de la embestida y del odio desesperado. Porque la desesperación de culpar al mundo, a sus habitantes, a los congéneres del dolor de uno mismo, es en muchas de las veces la mentira que nos desgarra, esa con la que intentamos continuar y no ahogarnos en nuestro propio abismo. Pero la salvación es no intentar buscar, sino tener presente que uno siente y tiene que compadecerse de lo que es la verdadera renuncia al amor, sin una paz única que se comprenda desde la lujuria del yo y la entregada pasión de lo común y virtuoso, sino en concretar sensación unida, riqueza de sabiduría universal, ahí es no esperar…, sino contribuir a que la percepción reflexiva y mental de los demás llegué al summum de tu amor sentido y de esa forma de caminar: leal. Ahí es sentido poder abrirse al camino de una vida promulgada, dedicada para sumar y no restar. Pero es ser suma sin haber sumado, sin querer primero acumular lo propio, anteponiendo eso a la serenidad del tejido energético-social. Porque uno no es, sin que lo sean los demás. 
[Miguel Ángel Pérez Salcedo/POeT@ Intemporal ©.

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