Si me duele la cabeza me dan una aspirina. Pero si me duele el alma, me sedan lo cognitivo para que se pare, para que se ralentice la posibilidad de soluciones. ¿Será que no me quieren guiar a la salida? ¿Será que me quieren vueltas tras vueltas en su negocio, ese laberinto de química? Yo no lo sé… Lo que sí tengo claro, es que si sufro de algo que no es banal y complicado en mi interno procesar, si algo he de tomar, que sea pasajero y que lo pueda dejar atrás, lo que no querré más es un ungüento de drogas para que deje de molestar, un puñado de píldoras, que son niebla que no deja ver la salida del encierro mental. 
Cambien las píldoras por atención y ternura humana.
Pido más atención psicosocial, más mirar el entorno y el interno malestar con apoyo humano de verdad. Y si no derivan más dinero para contratar, para que se deje de sufrir, pues que sigan tapando las cifras de esos que huyen dejando de existir. 

Autor: Miguel Ángel Pérez Salcedo 
POeT@ Intemporal ©.

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