LOS SUEÑOS PRIMEROS

LOS SUEÑOS PRIMEROS 

—Vamos, no seas perezoso. Levántate, tenemos que ir al colegio. Hoy tienes un examen. Te he dejado el desayuno en la mesa, mientras te preparo la mochila cómetelo todo. 

Rebeca como cada mañana ayudaba a su hijo Sergio a que se preparara para el colegio. 

—Si mamá, ya voy. Es que esta noche he soñado mucho. Me acuerdo que era capitán de un barco. Que surcaba los mares. Que tenía una tripulación que obedecía todas mis órdenes. Estuvimos varados cerca de una isla y con los botes fuimos a investigar su selva… 

—Pero está muy bien hijo mío que sueñes —dijo la madre con gran benevolencia—. Es bonito aventurarse en los regalos de «Morfeo» para tener la imaginación prendida y tener también más auténticos los futuros deseos. 

—¿Quién es «Morfeo» mamá? 

—Solo es el que guía en los sueños y lleva al alma en senderos de imaginación hacia ellos. 

—Ah, vale —dijo Sergio con cara de tener un agujero en su entendimiento—. ¿Pero si es el que guía cómo sé que era yo el capitán de mi sueño? ¿Y no es el capitán el que elige rumbos y destinos de su barco y de sus marineros? 

—Si Sergio. Pero, en tu sueño no solo estabas tú dirigiendo, también estaba ese dios de las llaves que abren sueños. También él guiaba a su destino tu velero. 

—Entendido. Entonces cuando esta noche me duerma y sueñe le daré a ese dios las gracias por llevarme siempre al mejor de los puertos. 

La madre ya había dejado al pequeño en la escuela. Regreso a casa y al llegar estaba su madre, (la abuela de Sergio). La madre le contó el sueño y la posterior explicación de quién era «Morfeo», esa conversación que había tenido con su pequeño. La abuela le dijo: —todavía es muy chiquitito. Sus sueños son frágiles, sinceros y no le llevan todavía a ningún desvarío ni a ningún sufrimiento; pues no ha vivido lo suficiente. Pero con el tiempo sus sueños también serán algo difíciles y entonces entenderá que ese ‹Dios› también intentará llevarle a navegar el rumbo hacia la serenidad, para que encuentre el alivio de su auténtica verdad. 

Autor: Miguel Ángel Pérez Salcedo 

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