UN CÚMULO DE TRAZOS



UN CÚMULO DE TRAZOS 

Dónde viajan mis recuerdos. 
Dónde todo estaba todavía por decidir. 
Dónde también se acercaba mi alma al consuelo de proseguir. 
Dónde la esperanza era la calma de mi rabia de tanto sufrir. 
Dónde siempre vuelvo en sueños y me quedo un ratito para ser algo más feliz. 
Ese lugar de la infancia en el que solo jugaba a que era alguien 
que había encontrado la calma, tenía la prevalencia de estar siempre entre juguetes con los que me sentía igual, 
y sentía un cosquilleo en la conciencia, de qué era apreciado en la humanidad. 
Inconsciencia con la que jugar, y un niño más pequeño que una micra de agua en un océano de tanta idea y pensamiento de esta inmensidad. 
Vuelvo siempre, regresaré mientras tenga vida, mientras mis trazos prosigan escribiendo salvadora poesía. 
Porque si tener presente al niño es jugar en el juego de la vida, yo juego entre muñecos descabezados y colores que colorean alegría. 
El pequeñajo que he sido, ese espléndido niño indeciso. 
Yo no podría continuar amando este imprevisto destino, que me lanza impetuosas locuras, que todavía mi alma tendrá que proceder a controlar, no lo podría hacer sin mi memoria de con la gloria jugar. 
Soy un niño en mi interior. 
Soy la infancia recordada cuando la duda era un viejo balancín, en el que se balanceaba lo incrédulo de existir, alguien que no sabía lo que le esperaba en los valles de la senda que cumplir. 

Autor: Miguel Ángel Pérez Salcedo 
POeT@ Intemporal ©.

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