QUEDÓ LEJOS Y TAN CERCA



QUEDÓ LEJOS Y TAN CERCA 

En un horizonte lejos de aquella locura van mis sentimientos inocentes, sabiendo que puede volver su amargura. 
Nadie está exento de sufrir esa atadura, en la que las cuerdas aprietan tan fuerte que sufre el alma por una presión loca y absurda. 
Nada más que saber qué es lo que siempre trae la aventura de nacer, de vivir, de crecer y de seguir luchando. 
Es ese tormento que a veces te hace aprender que la vida es un camino y aunque duela hay que seguirlo andando. 
Todos estamos expuestos a caer en un pozo de oscuridad dañina y ocaso, de lamentos arraigados o de imprevisto espanto. 
Pero también se puede volver a la tranquilidad, se puede volver a salir huyendo de lo angustioso de vivir, huir del dolor y de la crueldad que se impregna en la piel. 
Porque de eso se trata: de existir, de aprender de lo que está mal, de tener coraje y decidir llegar al valor y a esa tranquilidad de la conciencia universal, para poder llegar al horizonte donde se calma tu verdadera y decidida inocencia vital. 
Es estar lejos de la voraz maldad que contra la felicidad atenta. 
No estamos cuerdos, porque el sustento se llama codicia y codiciando vamos amargandonos, y vamos desequilibrando la vida sin percatarnos. 
El amor pesa, pero el odio lleva a su lado el intento de la humanidad de vencer de tanto en tanto lo desesperado de cavar el hoyo del quebranto. 
Y ese aliento que se pierde, porque no sabemos qué es absurdo buscar en lo irreal el honor sustancial, el desahogo de nuestros espíritus cansados, agotados de querer ser la vida que nuestro deseo anhela cambiar. 
Sé que se quedó en el horizonte, pero siempre el delirio perverso puede con más rabia regresar, asolando el amor que nos ayuda a continuar. 

Autor: Miguel Ángel Pérez Salcedo 
POeT@ Intemporal ©.

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