LOS ÚNICOS CULPABLES

LOS ÚNICOS CULPABLES 

En mis venas circulan palpitantes los inciertos desvaríos, que me queman como lava pisada en caminos. 

Son fuegos desatados en lo incomprensible de lo incierto que no comprende mi sangre de rojo vivo. 

Soy un viajero que sigue y sigue y no mira nada más que la realidad que le persigue. 

¿Cómo huir de tanto dolor si los seres que habitamos este mundo somos desaire, golpe y desilusión? 

Están las puertas cerradas, las tierras divididas, los hombres golpeándose y amargando vidas. 

¿Quizá es que somos culpables del odio y de tanta senda sufrida? Pues hay desprecios que arrebatan la esperanza dolida, porque sabemos que de antaño viene la crueldad humana y su impuesta herida. 

¡Y yo continuo cómo el que sabe… cómo el que conoció la tortura y sabe de desaires! 

Y es conocer la travesía de infortunadas maneras de apartar al amor que alivia. 

Desgasta el llevar esa idea desheredada, esa de ser feliz en hallar la paz y su dicha por él negada. 

¿El hombre es culpable de derrumbarse ante su propia locura? Es errores y dolor que la felicidad deja en un olvido que la espanta. 

Eres es y somos parte del criminal ahogo en penas de nuestra propia cura, que lastimada es diluida y arrebatada. 

Autor: Miguel Ángel Pérez Salcedo 

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