EL GRITO DE LA JUVENTUD



EL GRITO DE LA JUVENTUD 

Un torrente de furia, de joven ímpetu, del que siempre tuvo sed de vivir y quiere seguir haciéndolo. 
La vejez acompañando a los gritos desesperados del interior que tiene tanta fuerza que está desesperada en gritos ansiados. 
Porque no le acompaña, porque no la traza igual aquel joven que tanto realizaba. 
Porque se acaba el tiempo, porque todo está pasando tan rápido que ni siquiera se nota el aliento. 
Pero un año tras otro al partir de cierta edad todo comienza a acabarse, porque se sabe que hay final, por lo menos de lo que se conoce, por lo menos de este sendero que desde tanto tiempo se hace y se emprende. 
Deseo quebrado de querer arraigar en el joven que fuiste hace tiempo. 
Ese que siempre luchó y disfrutó de lo bueno. 
Ese que se alzó y se levantó en las batallas cruentas y siempre tuvo algo que decir en contra de los que desprecian. 
Porque gozar de la vida es dichoso saber dar gracias a un destino largo y frondoso. 
Pero se está acabando, el final llega y nadie puede pararlo. 
Pero no está dentro, se acaba solo lo que late con fuerza en la presente andanza. 
Un nuevo comienzo que volverá en otro cuerpo, con otra cara y otros reflejos en la mirada, del ser que aprendió, del que hizo hazañas. 
Hombre que cayó en el abismo y se levantó de nuevo con más fuerza, con más ímpetu y garra. 
Y el cariño fue su única bandera y lema. 
Porque en el alma siempre lo vivido del caminar está lleno de sufrimiento, pero también la felicidad que late adentro. 
Y el ímpetu del grito del joven que siempre fue y ha sido volverá en otro sitio.
Porque no hay final de la energía que mueve al cuerpo, de la esencia que es lo que llevas tan cierto. 
Pero sufre, tiene carencias físicas de no poder y de costarle tanto subir la cuesta hacia arriba. 
Pero sigue aunque sus manos y piernas no le correspondan como quisiera. 
El, tú y todos seremos fortaleza en ese rincón de viveza, que siempre fue…, ese latido del joven que un día nació y volverá a ser y nacer por ser otro volver. 
Porque los cuerpos, lo que conocemos y tocamos un día se acaba para volver en otro…, algo diferente..., algo cambiado... 
Y no recuerdas quién fuiste a quién has dejado. 
Porque los recuerdos se graban como sabiduría en el espíritu por los años elaborados. 
Y no hay duda que me volveré a levantar como tú lo has hecho, como te has levantado. 
Y dejaré el cuerpo agotado y cansado como tantos lo hicieron, de tantos años que marcharon, arrugando el caparazón que nos fue acompañando. 
Solo hay algo cierto: y es que llega el cambio…, se traspasa el espíritu a otro sendero del que gozar y aprender luchando. 
Gritará la juventud en el adiós y pasará al otro lado, pero volverá a alzarse la voz del  espíritu viajero, soñador y tan enamorado de vivir y sus trazos. 
Ya se oye la voz del alma que se vuelve a poner en marcha. 
Brillará en pie en otras vidas trazadas, sin dejar de vivir una y otra vez en ese grito de volver a ser una tras otras vidas libradas. 

Autor: Miguel Ángel Pérez Salcedo 
POeT@ Intemporal ©.

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