ADÁN, LIBERA TU PESAR



ADÁN, LIBERA TU PESAR 

Se fue al diván disparado. Estaba como alma que lleva el diablo. El psicólogo le dijo que se tranquilizará y no obviara nada de su interior. El se desahogo con el hombre igual a él. Ese médico del alma que le sacaba con la luz de su mirada los cerberos que le ladraban dentro. Sé abrió con un bisturí de vehemencia y sinceridad. Adán se liberó diciéndole: 
—Mire señor yo no soy el que sabe lidiar con la rabia de ver lo cruel que es la realidad. 
»Yo no sé seguir sin evadir mi ser, no lo sé hacer. 
—Tranquilo Adán, yo te voy a dar mi ser para que en mí tus palabras vuelen en la libertad, esa que con tu expresión podrás tener un canalizador que focalizará tus temores hacia el abismo del alivio, dónde se irá cayendo lo roto de no entender a nuestra raza, esta que hace dolor como sustento de su andar, para que nada les falte de lo que no es tesoro de calma para vivir y no dañar. 
»No hay más vida que la tuya, y es ahí donde tienes que abrir las alas de la mente y cuándo el realismo de la travesía te duela y se haga yaga y grito tu espíritu, hayes el lucero y el camino, que no es otro que aceptar que la falta quemada de la humanidad, es esa que arde en la hoguera del odiar al igual, y eso es penoso. 
»Pero Adán, no se puede dejar de sentir que no acabará la lucha y el combatir de la luz contra la oscuridad. 
—Gracias, de corazón. Intentaré salvar mi vida, así que ahora sé lo que es lidiar con el escudo que pone el alma para continuar...
Gracias de verdad. 

Autor: Miguel Ángel Pérez Salcedo 
Poeta Intemporal ©.

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