EL PERFUME DE UN PACTO




EL PERFUME DE UN PACTO 

 

La dama primavera rodeada de flores casi ya entrando en la tierra le dijo con una impetuosa voz llamó a gritos, llamó al verano, y lo molestó: querido verano, ¿por qué no adelantas tus tiempos?, ¿por qué no traes ya el calor a los seres humanos? Pues te necesitan ahora más que en el lugar que siempre te ha tocado. No es que quiera molestarte en vano, sino que es necesario tu manto cálido para calmar algo que está pasando. 

A lo que el verano le dijo con una voz cálida y algo enfadado: ¿qué te pasa perfumada?, ¿por qué me llamas?, ¿por qué molestas mi letargo, no ves que estoy descansando? Pues cuando llegue mi momento tendré que dar calor para que sea lo que tiene que ser… y me tocará dar mi cálido verano a los seres de esta vida, y calentar su transitar. 

A lo que la tímida floración contesto deprisa y sin ningún momento de parón, precisa y nerviosa le pidió desde todo lo profundo de su florido entusiasmo: de que se calmará, qué lo que a los humanos les estaba pasando era… pues en el mundo había entrado… se había creado… se había generado una nueva enfermedad, que estaba matando a algunos, a los más ancianos. Y a otros los estaba contagiando masivamente, y claro de esa forma el que más edad tiene peor lo pasa, y puede acabar desapareciendo, pues tiene todas las papeletas para que acabe su vida y al final se lo lleve en pronto desvanecer de su aliento la parca. 

El caluroso le dijo que estaba de acuerdo, que haría lo que pudiese. Intentaría aplacar ese virus tan tremendo. Pero claro: ¿cómo podía llegar tan temprano?, ¿cómo podía venir sin que ella hiciera su trabajo? Pues sí él venía y ponía su calor por encima de los halagos, de floraciones y flores regalando perfumes y halagos de aromas tan preciosos y entusiasmados, no era su momento, no le tocaba en la estación del año. 

Él se preguntaba: ¿cómo podía venir?, ¿si eso no ocurría antes?, ¿si no pasaba que los perfumes pasarán antes por la vida y por los seres humanos?, que llegarán los aromas de tantos preciosos perfumes que les daban el sentir de ella: la primavera, una dama encantadora y de alas con las que vuela por toda la eternidad, de lo que es vivir y entregar el aroma de la lealtad al crecimiento de la vida, y su florecer de belleza magistral, a lo que esa preciosa estación, eso que siempre hace: el nacer de las flores en el corazón de la senda de vida y adornos de su hermosura de todos deseada. 

Y se preguntó, impetuosa, su esencia estacional se hizo una pregunta en voz alta, y esa fue qué: ¿cómo podía ella terminar, si aún casi ni había empezado? Y pensó… y le propuso al verano: vamos a hacer un trato. Yo llegaré contigo de la mano, iremos juntos. Tú darás tu calor y yo haré crecer y perfumar todos los parajes de este terrenal existir, que ahora tan mal lo está pasando, pues así verano haremos que ese bichito que está haciendo tanto daño se vaya, pues no pueda sobrevivir a tu manto caluroso, y tu calor se lo lleve, aunque regrese en el invierno, (en ese nuestro hermano), por lo menos daremos un respiro y daremos suspiros para que la inteligencia de los seres que habitan estos caminos pueda encontrar la solución, a ese virus tan malicioso y que tanto dolor está creando. 

De acuerdo mi primavera preciosa y hermosa, haré lo que pueda, haré caso a tus ruegos e iremos juntos a cambiar este proceso que ha empezado, esto tan malévolo que está haciendo que lloren las almas: por qué se van los ancianos, se va la vejez y su sabiduría antes de que le toque, antes de que suene su campana y así su paso al reinicio del suspiro de vida y caminos sin cese ni final hallado. 

Llegó la fecha de que entrara la primavera, y a su lado parecía que fuese verano. Pero era tan raro percibido por los seres humanos. Miraban incrédulos cómo florecían los campos, las flores se llenaban de vida y brillaban los jardines de tanta hermosa alegría. Pero a la misma vez llegó un canto melodioso de toques calurosos, y era como estar en verano. Pero con la preciosidad del brillo de la primavera y sus encantos. 

Anonadados los espíritus dieron gracias. Se arrodillaron ante la floración y su gracia, que cayó sobre su desolación. Y al verano le cantaron la canción más fresca que pudieron crear desde su imaginación, para darle su agradecido suspiro, ese que les habían regalado una dama de manto lleno de florecillas e ideas, para calmar el espanto y el sufrimiento que tanto les arreciaba. 

Verano y primavera entraron ahuyentando esa niebla que tanto daño estaba haciendo, ese veneno que caía sobre la tierra. 

Y huyó, se marchó, salió huyendo aquel espantoso virus que estaba cayendo sobre los seres. Y así se fue diluyendo aquella enfermedad que les hacía y les provocaba tanto padecimiento, y también se llevaba a algunos, sobre todo a los que más tiempo tenían andado, y más arrugas tenían en el cuerpo, pues este nuevo desafío de la vida había venido para llevarse a una minoría. Pero les daba el golpe a los seres humanos más labrados y sabios, pues se llevaba algo de la vida tan importante como era su sabiduría más antigua, y el próspero legado que aprender en el presente para futuros pasos. 

Y entonces todo cambió, pues viniendo las estaciones unidas: verano y primavera, bailando esa dama y su caballero de tanto calor, se dio un respiro a los seres que habitaban este camino de desconsuelo y desolación. 

Y así pasó, la tormenta de síntomas de fiebre y de tanta carencia de salud se marchó. Y llegó la salud otra vez al mundo (por lo menos hasta que el frío y su pálido sendero de ciertos infortunios). 

Y la vida sana venció, esa que es preciada que tanto ahuyenta el final de las almas, y les da el respirar para que sigan viviendo y pudiendo ser felices, y así poder seguir en la vida algo más descansadas sus miradas. 

Y así no siendo alteradas sus vidas y sus inmunidades, así fueron calmadas y protegidas por el verano cogido de la trenza florecida de la dama primavera, que así los hubo auxiliado, a todos ellos con el veraniego sortilegio y sus perfumadas curas, que le dieron más camino, más sendero a los seres de este mundo, para protegerlos y que siguieran dando música a su progresar, y a la dulzura de sus intenciones, que aunque también hay oscuridad, eso no quitaba que se les diera todavía oportunidad de seguir avanzando hacia el amor y hacia la vida, y sus cambios de estación. 

Así pasó, así llegaron un verano lleno de ilusión por ayudar solicitado por una primavera que le entregó su lugar, para ir unidos a calmar aquello que ocurría y poder quitar del medio una malévola melodía, con una bruma llena de los virus que negaban vida, y dejaban algo más sucio el día a día de los espíritus y sus vidas. 

La calma se hizo realidad otra vez, (pero ojo todo puede cambiar). 

Así es el destino y todo se puede torcer. 


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