ANTIGÜEDAD



ANTIGÜEDAD 

El antiguo recuerdo me trajo los vientos 
¡qué daño hacen, esos trazos maltrechos! 
Aquellos sortilegios de garras que bajan por mi. 
Espalda rota y por mi garganta supurando siempre la rabia. 

El tormento fui, tan olvidado de los que pensaba que iban a ser verdaderos. 
Ahora estoy siempre dudando de los que hay en mi camino, pues tengo la duda. 

Siempre acariciando mi incredulidad y desafiando, esta, lo imprevisto. 

Mi confianza por lo sufrido turbia. 
Soy algo que se quemó. 
Tengo el interior en trozos y cenizas. 

No sé, si es que sigue doliendo el ayer y sus encuentros. 
Lo que sí puedo decir es que intentaré 
como sea aliviar mi esencia. 

No romperme en pedazos. 
No volver a entrar en el laberinto del incansable desvarío. 
Qué fue lo que fuego hizo, que quemó mi ser y lo dejó carbonizado. 

El sesgo de todo trato a mí pensar se 
hace cuesta arriba, me lleva siempre a ser una enturbiada senda. 

Del lamentar quiero trizas, decir quiero libertad. 
Expresarte y dejar el ansía volar. 
Que todo lo que ocurre ya se dejó pasar. 

Vuelve siempre, pues nunca se puede marchar y ser ausente de la mente y su huracán. 
De presencia enquistado, en todo el futuro 
que llega y también pasa, dolor que arrastra. 

Es temor de venir que todo lleva y nada acaba, amores arrasa y trae el sentir. 
La vena se desangra y cae el rojo jugado en la ruleta que no para de ir e ir. 

Autor: Miguel Ángel Pérez Salcedo
Poeta Intemporal ©.

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