EL ROCE DE UNA PEINETA

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EL ROCE DE UNA PEINETA


Llegó la feria sevillana, la cara me lucía de ganas de bailar en las casetas rumbas y hartarme de rebujito y gambas.
Aunque yo soy cordobés llevo un año ahorrando para ir a la fiesta de la raza flamenca.
Mis pies ya taconean de ansias de gozar en sus casetas.
Cojo el autobús, y rápido llega al final mi espera.
Estoy a las puertas del recinto ferial, y corro a la primera carpa que puedo vislumbrar.
Comienzo a bailar y mis sentidos se llenan de música por soleares.
Soy tan feliz que siento los aromas del arte en cada poro de mi piel.
Y desnudo mi alma tocando las palmas al ritmo de bulerías mágicas.
Salgo de ese gentío de baile remojado en sudor y rebujito.
Voy andando con un plato de pescaito en la mano y un tubo de manzanilla frío.
Me adentro en una caseta adornada de farolillos verdes y color frambuesa.
Y a mí se acerca una chica de deslumbradora belleza.
Me coge del brazo y me saca al tablado.
Y yo veo esa peineta que corona tanta grandeza.
Lo sé, se que es una reina trianera.
Me vuelvo loco mirando esos ojos negros, y le suspiro un beso entre versos flamencos de fondo.
Le pregunto tienes novio, y ella da un giro de volantes que estallan por esa cola que tiene el sortilegio de la primavera.
Me mira y me dice en voz melodiosa y sincera.
Soy la novia del arte andaluz, hija de Sevilla y sangre trianera.
Soy un acorde de caricias de mujer gitana, que regala el retoque al cajón de la feria sevillana.
Y yo reí, y la magia de aquel momento se hizo eterno.
Acabó la noche y me encontré a media mañana en el autobús regresando a casa.
Pero aquel disfrute que sintió mi alma, nunca de mi vida y entrañas se olvidará la feria y los encantos de aquella chiquilla de triana.

Autor: Miguel Ángel Pérez Salcedo
POETA
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