DESPUÉS DE LA FAENA
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DESPUÉS DE LA FAENA
Ya quieta la tierra.
Ya dormidas las bestias que armaron de semillas las parcelas.
Ya el hombre de manos envueltas en cayos descansa frente al orgullo de la faena bien hecha.
Y en el horizonte la vereda que lleva al monte en él despierta la sed de aventurarse al perder su proeza en ella, para llenar sus fuerzas del recargar de su amada naturaleza.
Ya emprende el viaje, empujado por el viento de sus tiempos pasados.
Que fueron sudor como siempre en la raíz de su estupenda proeza, del que siembra nobleza y recoge belleza que le nutre las entrañas y despeja de ansias el alma.
Ya sale otro sol, después de tranquilidad y hartón de buena recibida.
Ya llega de nuevo el momento de la siembra de vida y su día a día de sostener la azada con alegría.
Autor: Miguel Ángel Pérez Salcedo POETA /Derechos reservados ©
DESPUÉS DE LA FAENA
Ya quieta la tierra.
Ya dormidas las bestias que armaron de semillas las parcelas.
Ya el hombre de manos envueltas en cayos descansa frente al orgullo de la faena bien hecha.
Y en el horizonte la vereda que lleva al monte en él despierta la sed de aventurarse al perder su proeza en ella, para llenar sus fuerzas del recargar de su amada naturaleza.
Ya emprende el viaje, empujado por el viento de sus tiempos pasados.
Que fueron sudor como siempre en la raíz de su estupenda proeza, del que siembra nobleza y recoge belleza que le nutre las entrañas y despeja de ansias el alma.
Ya sale otro sol, después de tranquilidad y hartón de buena recibida.
Ya llega de nuevo el momento de la siembra de vida y su día a día de sostener la azada con alegría.
Autor: Miguel Ángel Pérez Salcedo POETA /Derechos reservados ©
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