Comercio carnal, esclava del instinto

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Comercio carnal, esclava del instinto

Unas sometidas por codicia y lujuria. Vendidas como marionetas del deseo lascivo y dominadas.

Otras de oficio, el más antiguo del mundo, pagado desde que el hombre tiene que calmar y contener el instinto y su impulso.
Pagando para controlar sus arrebatos.

Hay dos caras de una realidad, del intercambio de una cama vacía de sentimientos por dinero, poniendo precio al deseo.

Muchas esclavas dominadas por mafias sin escrúpulos, amenazadas y obligadas por el maldito mercader sin escrúpulos ni entrañas.

La vergüenza del instinto que no se controla y necesita ser aplacado, porque si no se descontrola y es peligro de la que camina.

Triste descontrol del macho, que no domina sus impulsos ancestrales y agrede violentamente, la libertad y tranquilidad de las que no tienen fuerza suficiente para luchar y frenarlo.

Un negocio de malvados esclavistas, que convive con el oficio de la que comercia con su cuerpo y se gana la vida.

Demanda masiva de placer sin control.

Vidas truncadas por la codicia echa chantaje y dominación.

Una promesa hecha traición

Le prometieron una vida, un trabajo. Poder ayudar a su familia, mejorar evolucionar y labrarse un futuro. Todo mentira, un chantaje, miedo por la seguridad de lo que más quería.

Unos tratantes sin compasión, la engañaron y cuando ella llegó, la obligaron a ser objeto y dañaron su corazón.
Explotando su honor y violando su libertad y decisión.

Fue abalorio de usar y tirar, sin poder escapar del mentiroso que con su moral y virtud hizo negocio.

Convirtió su realidad sin que pudiera escapar.

Triste encuentro, desaparecieron sus sueños, convertidos en pesadilla y maldad.

Tu decisión

Eres profesional de la libertad de tu cuerpo entregar.
Lo haces sin que fuercen tu voluntad. Calmas deseo y a cambio te ganas el pan.

Quién tiene la verdad de decidir por ti, si tú eliges el camino y lo haces por una vida y un futuro encaminar.

Vendes tu cuerpo por dinero, pero tu alma y corazón solo es para el amor al que te quieres entregar.

Es tu decisión, nadie la puede vulnerar.

Dos vidas, dos caras de una misma moneda

Existe no se puede negar. Es real, que está en las calles y en algún local.

Todos sabemos que ahí está.

Una cara la realizada con su voluntad y libertad, y otra la obligada y maltratada realidad.

Engaño y deuda sometida por las mafias de la esclavitud, dejando la vida atada a la cruel y dirigida maldad.

Esa que decide por sí misma, dedicándose al complacer la pasión y el deseo a cambio del señor dinero.

Dos caras de una moneda, una traición y dolor que su libertad vulnera y de libertad la despoja.

Otra en cambio la decisión propia de ser comerciante de su cuerpo voluntariamente, sin obligación ni desprecio.

Una cara despreciable y con la que tendríamos que acabar y hacer desaparecer esa manera de tratar.

Y otra la cara opcional desde la libertad individual, que también hay que respetar.


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